NUESTRAS PRIMERAS HERMANAS
Querido alumno/a, esta historia es también tu historia, pues probablemente lleves en este colegio desde que eras muy pequeño y antes que tú, estuvieron otros, y antes de esos otros, otros otros, pero… ¿Cuándo comenzó todo?
El 28 de diciembre de 1804, hace ya más de dos siglos, de noche y bajo un gran diluvio, llega a Zaragoza desde el Hospital de Santa Cruz de Barcelona, un grupo de 12 Hermanas lideradas por Madre María Ràfolsy 12 Hermanos liderados por Padre Juan Bonal. Recorrieron unos 300 kilómetros andando. En coche eso se hace en unas 3 horas aproximadamente. Imagínate eso andando… Tardaron unos 10 días y a mitad de camino les cogió la Nochebuena.
Lo primero que hicieron esa noche nada más llegar a Zaragoza fue ir a rezar ante la imagen de la Virgen del Pilar que está en la Santa Capilla de la Catedral de esa ciudad. Las Hermanas y Hermanos le pidieron su protección y amparo (ayuda) para desempeñar con caridad y fervor, es decir, con actitud positiva, la tarea a la que estaban llamados. Por eso y en recuerdo a ese día que llegaron, todos los 28 de diciembre, coincidiendo con el Día de los Santos Inocentes, la Virgen del Pilar de Zaragoza se viste con el manto que tiene bordado el escudo de la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Los que nos sentimos parte de esta gran Familia Santa Ana, sabemos que la Virgen del Pilar, más allá de ser la patrona de España es la Virgen a cuyos pies nacimos como congregación, crecimos y seguimos estando.
Siguiendo con la historia, deberíamos saber que el 1 de enero de 1805, después de tres días de descanso, los 24, entre Hermanos y Hermanas, comenzaron a trabajar en el Hospital Real (porque tiempo atrás fue fundado por el rey de España) de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Los primeros años fueron muy difíciles. Tanto las Hermanas como los Hermanos atendieron a enfermos, dementes, mujeres embarazadas, niños que habían sido abandonados por sus madres y demás desvalidos. La situación del hospital era deprimente. Los trabajadores se habían vuelto vagos. La suciedad estaba por todos lados. Las palanganas de los enfermos se derramaban y se quedaban en el suelo sin ser recogidas. El olor era insoportable, no solo por la acumulación de orina sino también de excremento. En poco tiempo, el trabajo de las Hermanas y Hermanos dio buenos resultados. Ahora todo estaba limpio. Los enfermos eran bien atendidos, recibían consuelo, atenciones de acuerdo a su malestar, alivio a sus dolores y eran acompañados en lo personal y en lo espiritual. Todo lo hacían desde el amor inmenso que sentían por Jesús de Nazaret.
El 18 de mayo de 1807, cerca de cumplirse los tres años desde que llegaron a Zaragoza, María Ràfols y Juan Bonal, se expanden y fundan el Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza y la Casa de Misericordia en Huesca.
En mayo de 1808, es decir, al año siguiente, y por desgracia, se extingue enteramente la Hermandad masculina de Zaragoza. Los hombres duraron poco. En Huesca quedó solo el Hno. Subías que prestó algunos servicios en aquel Hospital y el Hno. Terradellas que acompañaría a Juan Bonal por sus veredas o caminos pidiendo alimento y ropa para los pobres del hospital.
En cambio, la Hermandad femenina, liderada por María Ràfols y Juan Bonal, se mantuvo unida profundamente, ahondando sus raíces en Zaragoza y también en Huesca, con una vida de entrega silenciosa y sin límite hacia los enfermos, dementes y niños.
¡Y ahora viene lo fuerte! Desde el 15 de junio hasta el 14 de agosto de 1808, es decir, durante dos meses, tiene lugar el Primer Sitio de Zaragoza, y en diciembre de ese mismo año, es decir, a los tres meses del primer ataque y casi sin haber dado tiempo a recuperarse del primero, tuvo lugar el segundo, denominado Segundo Sitio de Zaragoza. Resumidamente, estamos ante la famosa Guerra de la Independencia en la que la ciudad de Zaragoza fue asediada y atacada por la artillería francesa de Napoleón Bonaparte. Y ya nos podemos imaginar la cantidad de trabajo, desgracias, dolor y muerte que supuso este acontecimiento tan desafortunado. En el primer ataque, el hospital salió ardiendo y María Ràfols junto con Juan Bonal y primeras Hermanas tuvieron que evacuar a todos los hospitalizados a otros edificios habilitados y repartidos por la ciudad de Zaragoza.
En ese mismo año y habiendo pasado ya cuatro años desde la llegada a Zaragoza, en el Hospital se contaba con un total 21 Hermanas, de las que 11, eran del grupo que vinieron desde Barcelona y de las que sólo conocemos los nombres de Hnas. María Ràfols, Hna. Tecla Canti, Raimunda Torrellas y el de Hna. Teresa Calvet.
En este contexto de guerra, María Ràfols cruzó el campo enemigo para hablar con el general francés y pedirle un alto al fuego, agua y alimentos para los heridos de uno y otro bando.
Pero, el dato que quizás, pone de manifiesto la generosidad y entrega de las primeras Hermanas, es que dejaron de comerse sus raciones de comida para dársela a los heridos de guerra, enfermos, dementes y niños huérfanos del hospital. Esta firme decisión hizo que poco a poco decayeran la fuerzas y la salud de todas ellas. 12 Hermanas murieron de agotamiento, cansancio, peste y hambre.
Lo dieron todo. Se dieron a sí mismas. En silencio. De ellas, de las primeras Hermanas, no nos quedó otro nombre que el de Hermana de la Caridad, pues sus nombres originales, no quedaron registrados por escrito en ninguna parte pero sí su historia de Caridad hecha Hospitalidad. Hospitalidad porque acogieron, no solo en el hospital a todo el que llegara, sino con su vida, la de los demás.
Los cuerpos de las primeras Hermanas descansan en la Cripta del Hospital de Zaragoza, es decir, en un recinto subterráneo que hoy en día se visita y que es de una gran devoción para todos los que pertenecemos a esta congregación. En cambio, María Ràfols junto a Juan Bonal descansan en la Iglesia de la Casa General de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Zaragoza, muy cerca del Hospital.
Redacción: Alejandro Campos España
Profesor y Coordinador de Comunicación
COLEGIO SANTA ANA DE SEVILLA
HERMANAS DE LA CARIDAD DE SANTA ANA
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